LEYENDA: LA MUJER DEL ALARIFE
«El trabajo de este maestro de obras, consistía en la construcción del Puente de San Martín. Una obra clásica de la época, de claro alzado militar en el medievo con dos torreones almenados defensivos con arcos de herradura. Las obras avanzaban según iban cayendo los días y El Río Tajo sumiso y arrogante se deslizaba por debajo del arco central camino del país luso»
FICHA TÉCNICA
Nombre de la Leyenda: La mujer del Alarife.
Siglo de la Leyenda: Siglo XIII.
Lugar de la Leyenda: Puente de San Martín.
Ciudad: Toledo.
Fuentes: Pablo Gamarra.
LEYENDA
Aquí recogemos una nueva fábula, de nuevo de pluma de Don Pablo Gamarra. Una historia de amor que tuvo a bien, una mujer para salvaguardar el deshonor profesional de su marido.
En tiempos del reinado de Alfonso El Sabio (Siglo XIII) empezaron a barajar la idea de la construcción de un puente que cruzara el Río Tajo y quedara ya por fin en el olvido, el antiguo puente de barcas, de donde aún queda en pie un torreón defensivo y donde tuvo lugar la Leyenda del Baño de la Cava.
Maese Juan el Alarife, fue el maestro de obras, que por aquel entonces vivía en este estrecho callejón, que hoy día se le conoce como Callejón del Alarife y donde se encuentra el obrador de los afamados Mazapanes de Santo Tomé, de fama universal. Aquí pues se encontraba el hogar de Margarita y su esposo, nos cuenta Don Pablo Gamarra.
El trabajo de este maestro de obras, consistía en la construcción del Puente de San Martín. Una obra clásica de la época medieval, de claro alzado militar, ya que en cada extremo se alzan ambos torreones almenados para proteger y dar defensa a la ciudad. El Río Tajo mientras observa como avanzan las obras viajando camino del país luso.
Continúa la leyenda diciendo que… con gran dolor maese Juan confesó a su esposa que cuando retirara los andamios, el puente no aguantaría el peso y se vendría abajo, ya que había cometido un error en la sujeción del arco central del puente.
Aquella misma noche, oscura y sin luna, una sombra deambula por la Calle de San Tomé, despacio y en el más absoluto silencio, oculta bajo una capa detiene su camino ante el cristo crucificado de esta misma calle, clava sus rodillas en el suelo y mirando al cristo implora perdón por lo que más adelante realizará.
La sombra avanza hasta el Puente de San Martín con una decisión firme, mira al cielo y se santigua al mismo tiempo que prende fuego los andamios de madera. Las llamas iluminan la ciudad que duerme como una luminaria del día de San Antón. Las aguas del Río Tajo reciben en su seno la obra y callan para siempre guardando el secreto de esta historia de amor.
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