UNA NOCHE TOLEDANA
FICHA TÉCNICA
• Nombre de la Leyenda: Una Noche Toledana.
• Siglo de la Leyenda: Siglo VIII.
• Lugar de la Leyenda: Alcázar.
• Ciudad: Toledo.
• Autor de la versión: Santiago Galiano.
Amrú, fiel servidor del rey Alhaquem I, fue el que derrotó a un tal Obeídah, cuando éste, como Walí (gobernador) de Toledo, se había rebelado contra dicho rey.
A título de compensación o premio por tan brillante servicio, Amrú solicitó para su hijo la plaza que quedaba vacante. Y fue así como el joven Jusuf llegó a ser Walí (gobernador) de la ciudad, cargo que ejercería despóticamente guiado por su inepcia, por su instinto sanguinario y por su apego a las juergas tumultuosas. Sometió a los toledanos a toda clase de vejaciones, abusivas imposiciones tributarías y a calamidades sin fin, razón por la que los principales caballeros de la ciudad decidieran deponer al libertino tirano y encerrarlo en la Alcazaba, donde hoy está el Alcázar.
Informado Alhaquem I por los mismos nobles, el rey decidió nombrar a otro gobernador que actuase con más prudencia y rectitud, decisión que aprovechó Amrú para ofrecerse el mismo con la promesa de deshacer y enmendar los errores de su hijo. Ya os podéis figurar el resultado de la operación, por una parte, liberar a su hijo (quién fue nombrado alcaide de Tudela como «castigo» ejemplarizante), y por otra, tener bajo control a aquellos osados rebeldes, cuya completa relación le fue facilitada por el propio Jusuf antes de partir para Navarra.
Así las cosas, sólo cabría esperar la ocasión para llevar a cabo una venganza colectiva, ocasión que llegaría poco después, con el anuncio del paso por Toledo del príncipe Abderraman, hijo de Alhaquem.
Amrú, ya en calidad de gobernador toledano, preparo grandes festejos y un banquete al que fueron expresamente invitados los caballeros en cuestión, los cuales, según iban llegando a la residencia oficial, eran conducidos a las dependencias del «matadero»… Al día siguiente todo el pueblo de Toledo mahometanos, hebreos y cristianos. Las tres comunidades.
Pudo contemplar horrorizado el macabro espectáculo.
¡Cuatrocientas cabezas colgando de las almenas en señal de advertencia!
¡No más rebeliones!
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